
Caìa y caìa.
La oscuridad era tan ancha desde que se habìan ido los hombres-luz del abismo. Sintiò el vèrtigo de lo que nunca se termina, la impotencia de lo que no se comprende.
Y de repente, pfffffffuuuuuuffff, el descenso comenzò a ser màs ràpido. El aire estaba cambiando de aroma, le resultaba conocido, como una mezcla agridulce, esa que siente como cuando te abren de golpe las puertas negras de un garito ilegal a las 6 de la mañana.
No conseguìa ver nada. Alguna chispa azul o rosa fosforescente que parecìa ir precediendo objetos pesados que rozaban pelegriosamente su oreja (piuùn)de vez en cuando. Le empezò a girar la cabeza.
Sòlo podìa pensar -DESORDEN-, sòlo si lo intentaba... a lo mejor...DEs... Vamos Pinki! Piensa en otra cosa... DESSor... Mierda!
DESORDEN,
DESORDEN,
DESORDEN,
DESORDENNNNNN.
PUM!
Y le retumbò todo el cuerpo, creìa que, DESORDEN, habia; DESORDEN, estallado su cuerpo contra el fondo.
DESSSSSS, y perdiò el conocimiento.
Del negro absoluto empezò a distinguir, primero dos puntitos lejanos, poco a poco dos manchas de luz blanca.
Con respeto al cuerpo sutil, este nos pone a veces, en situaciones difìciles...