parecía que existían en cualquier parte las repuestas
que cualquiera estaba en derecho de darte
cada vez que le viniera en gana.
Hundertwsiser se cambiaba el nombre en cada ciudad nueva que llegaba,
de uno sacaba el otro, y a eso se le llama evolución,
¡porque eso es lo que hay que hacer!
Hay que nacer mil veces.
Hay que cambiar de nombre mil veces.
Hay que levantarse al primer martilleo del despertador,
a la vez que te limpias las legañas, a la vez que se quema el café, a la vez que te miras en el retrete, a la vez que corres detrás de un señor gordo que también espera el tranvía.
¡¡Atención!!
Los hombres grises, las ratas de cara ovalada, las personas de candencia amarga y las casitreintañeras que estudian con chavalitos no tienen preferencia de asiento.
Todas las putas islas de Japón se desplaza unos centímetros despúes de un terremoto con lechugas radioactivas y todo,
y da vértigo.
Así que cualquier Mesias que se haya licenciado para sentarte en su diván al módico precio de cincuenta euros la hora dictamina amablemente lo que hay que hacer.
Hay que mejorar la caligrafía, a la vez que no te relacionas con determinada qué gente, a la vez que arrastras 10 kilos de patatas hacia la casita blanca para tu abuela porque
las penas con tortilla saben mejor y a la vejez viruelas.
es muy bonito
RispondiEliminaes precioso
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