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Un hombre en las viñas hablò, en agonía, al oido de Marcela. Antes de morir, le revelò su secreto: -La uva-le susurrò-està hecha de vino. Marcela Pèrez Silva me lo contò y yo pensè: Si la uva està hecha de vino quizà nosotros somos la palabra que cuenta lo que somos. El libro de los Abrazos(Eduardo Galeano)

mercoledì 25 agosto 2010

La puerta del cajòn

Pansando el pasadizo, siguiò al conejo.



Es verdad, còmo no lo habìa pensando antes? Cualquiera con una mìnima cultura general acerca de mundos paralelos, agujeros negros, saltos en el tiempo y todo este tipo de cosas lo sabe: DENTRO DE CADA CAJòN HAY UNA PUERTA.

Miles, millones, trillones de puertas!!!!

El cajòn grande de la mesita del televisor, los 20 cajones de colores de tu cuarto, el cajòn lleno de grasa de la cocina, y ese lleno de serrìn de las herramientas, los cajones retro de la abuela, los pequeños y blanquecinos del baño, los de Ikea y los del màs famoso ebanista, los de noble mazizo y los de contrachapado, los de la còmoda destartalada que recojiste de la basura, los largos, estrechos y angostos, e incluso aquellos llenos de polvo que hace mucho tiempo que no se abren. Y los de la vecina de enfrente, esa vieja que vive con el ojo-mirilla resultante de tener vida propia, esos tambièn. Todos los cajones te llevan algùn sitio. Todos, todos.

Pero hay que tener cuidado, porque hay uno que no tiene salida, el primer cajòn, dònde se guardan las trabas,(yo no sè..., yo no puedo..., yo no sabrè...) en ese debe crecer sòlo la hierba.


Asi que Marìa entrò, siguiendo al conejo, pasando pasando, pasò.

Caminaba de rodillas porque la altura que le permitìa era apenas medio metro, y allì, despuès de varios recodos difìciles y pegadizos encontrò al gato.

Pelo fucsia, gris y azulado, tripa regordeta y sonrisa inquitantemente brillante. Tenìa una guitarra en la mano.

Marìa le miro un segundo, frunciò el ceño y le dijo: -Has visto por un aquì un...?

El gato, Chitzzz, chistò.

Marìa: -eh? còmo te atraves a...?-

El gato agarrò fuerte la guitarra y: -Chitzzz!-

Marìa le mandò una mirada que mata,

y el gato: -espero que no hayas venido por el primer cajòn, porque en sòlo...-

En este preciso momento se atenuaron las luces, bajò una bola de espejitos de discoteca, varios gusanitos del pasadizo encendieron sus mecheros y el gato cantò...



-Oh mierda pensaba Marìa con la boca abierta, otro cantautor...

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