Mi padre volvió a Interzona.
La vida insostenible en una cucharilla de plata.
Mi padre es un respirador artificial y dos transfusiones O+ al día. Desde que despertó hemos hilado más de siete años perdidos, horas enteras de pasillos blancos y desinfectante, masajes interminables para un cuerpo inerte, técnicas de relajación, monólogos internos sobre filosofías de vida.
Somos las manos que te lavan la cara, somos las manos que te dan de comer. Antes de que le volvieran a dormir me dijo: te quiero siempre, eres especial.
Mi papá el gran oso herido.
No sé si he perdido la esperanza o he entendido que Querer es también saber decir adiós.
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