Le lavo el pelo a mi abuela en días alternos. Porque ella ya no puede.
Una lección simple.
Sólo puedo
estar agradecida.
'Yo pertenezco a una raza de mujeres con el corazón
biodegradable.
Cuando una de nosotras muere,
exhiben su cadáver en los parques públicos, los niños,
se acercan para curiosear en su garganta
de hojalata, se celebran festines con
moscas y gusanos, me cae mal porque
me hizo reír a mi, que soy tan triste.
de esta extraordinaria raza
se autodestruye, y a las puertas de vuestras casas
llaman los restos del alma de las mujeres
sobrenaturales,
chocan contra vuestras paredes, sus empastes y sus
uñas agujerean vuestras ventanas
uñas agujerean vuestras ventanas
hasta que sangran nuestras aortas clavadas en la tierra,
igual que las raíces.
Al morir nos abren el estómago, examinan con los
Al morir nos abren el estómago, examinan con los
dedos en su interior, rebuscan entre las
vísceras el mapa del tesoro,
sacan sus dedos negros de todos los poemas que se
nos han quedado dentro con los años.
nos han quedado dentro con los años.
Un espectáculo.
Pertenezco a una raza desarrollada más allá de los
púlpitos. Soy una de ellas porque
mi corazón mancha al tomarlo entre las
manos, porque coincide en tamaño
con el hueco de un nicho;
fresco y dulce como el de un animal, chupad mi
corazón para que, al morir, sepan que
hemos estado juntos.
Soy una de ellas porque mi corazón será abono.
Porque mi sangre, que es la suya, sube
y baja por mi cadáver como por
escaleras mecánicas;
porque el fundamento de mi cadáver, al descomponerse, se incorpora a
una especie salvaje
que ladra y que hiere y que te lleva a su terreno,
que ignora las afrentas, que jamás se extinguirá'.