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Un hombre en las viñas hablò, en agonía, al oido de Marcela. Antes de morir, le revelò su secreto: -La uva-le susurrò-està hecha de vino. Marcela Pèrez Silva me lo contò y yo pensè: Si la uva està hecha de vino quizà nosotros somos la palabra que cuenta lo que somos. El libro de los Abrazos(Eduardo Galeano)
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lunedì 10 gennaio 2011

Palabrita.

Palabrita, sólo contigo.




Como mis ventanas se deshacen en hojas de menta,
como se pintan de lluvia,
así podría yo deshacerme de ti.
Pero tus manos apretan tan fuerte que desgarran algo más que carne
al hacerme-amor,
un alud y un sonido.

Miráme, yo no tengo miedo.
Tengo
Miles de soldados dispuestos a apretar el gatillo,
en fila y con la cabeza bien alta.
Pelotón......¡Deeeeescansen!

Se abre una llaga, en medio de la llaga.


Las cosas que no se dicen puede que estén sobrevaloradas,
porque el silencio ocupa sólo un espacio y un tiempo
cada vez.
Y luego de lo complicadas que son todas las cosas,
Tú me hablas de deseo.

Dices:
Entre mis piernas se alimenta,
y tu cuerpo es una forma constante e infinita,
te haré gritar de fuego, rojiza y albahaca.
Huéleme, ya sabes que vengo.


Así, día nuevo, misma boca del león.
y un cuaderno para trazar planes curvos
como aviones plateados.

Está estesentimientodeida
y vuelta,

pero no, no tengo miedo.

mercoledì 5 gennaio 2011

De ilusión no les queda. Entonces nada, gracias.

Dígamos que el motivo 5.445.000 era exáctamente igual al 5.444.999,y el anterior, y el anterior, y el anterior.
El resultado era el mismo, la caída desde la misma distancia, los mismos personajes principales, el mismo escenario,
la misma mierda.

Circo de circus, circulum, círculo.

¡Ójala que venga el circo y se nos lleve!

mercoledì 22 dicembre 2010

100 años de soledad.


No idolatrarás al prójimo


Soñé, casi 100 años con José Arcadio, el mayor, hermano de Aureliano, por supuesto, aquel que se fue con los titirumundis para que su madre llorara su ausencia, y volvió avergonzando las culpas de deseo de cualquier mujer, convertido en una bestia dormida, con todas las lenguas del mundo incisas de tinta en su cuerpo.

Soñé que venía por mi, pero no.

Llegó a su casa y secuestró a Rebeca, su hermana adoptiva, que moría de tristeza, desengañada de un italiano que se llamaba Pietro Crespi, que había llegado al pueblo para enseñar a las niñas el funcionamiento mágico de una caja de música y estaba desde entonces, como tonta, comiendo cal de las paredes.

A veces parecía que venía de verdad,

pero no,
porque cogió a su hermana, se la llevó a una casita en la punta, puntita de la colina y a la vez que deshonraba para siempre a su familia, convertía a Rebeca en la mujer del pecado y este sí que era un cuento feliz.

Pero soñé.

Habría empaquetado una parte para mi, cuarto y mitad de ilusión, de que vengan los gitanos y se nos lleven.

Y los gitanos hubieran venido a Macondo, claro, y se nos hubiera llevado el CIRCO.


Caracoles de trigo y cangrejos revueltos
en el estómago de la mujer barbuda,
morados los labios de la bailarina a cuerda,
sábanas de seda para los enanos.