Como cuando llegas a casa y esa distancia entre tu paso y el mio clama por un nuevo nombrar a las cosas.
Renombremos
al llanto y a la ofensa,
al incompredido y al ahorcado
al infortunio
de aquellas cosas que
decimos sin querer.
Renombremos
al querer sentirse
o al sentirse querido,
o el querer tener sentido.
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