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Un hombre en las viñas hablò, en agonía, al oido de Marcela. Antes de morir, le revelò su secreto: -La uva-le susurrò-està hecha de vino. Marcela Pèrez Silva me lo contò y yo pensè: Si la uva està hecha de vino quizà nosotros somos la palabra que cuenta lo que somos. El libro de los Abrazos(Eduardo Galeano)

martedì 7 settembre 2010

De còmo Marìa abriò una era.


-No..., no lo sè, yo no he visto la hierba por ninguna parte.-

El gato, levantò una ceja en señal de incredulidad.

No de verdad, aunque si creo que era el primer cajòn, pero vamos que solo habìa uno, entonces no es el primero, es el ùnico..., eso cuenta,... no?

El gato levantò ahora tambièn la otra ceja y abriò exajeradamente los ojos, sorprendido e indignado.

-Bueno, que importa! Dime -dijo Marìa severa- Dime de una vez, còmo se sale de aquì, y dèjate de cancioncitas.-

El gato no respondìa.

Marìa suspirò. -Pues que te den!-


Y corriò. Dejò atràs gato, guitarra, canojes de hierba y pelillos al conejo.
Corriò lo largo del tunel, tanto como para haber pasado siglos. Tanto como para haber encontrado la salida. El tunel era cada vez màs ocre, cada vez màs dorado, y Marìa, cada vez màs perdida.

Necesitaba descansar.
Se apoyò contra la pared, tocò y se desprendieron cinco rocas, Negras.
Tocò otra vez y se desprendieron tres, Negras. Tocò de nuevo y las rocas fueron millones, de pequeños, furtivos pezadazitos de de piedra, negras, negras como el azabache, oscuras de carbòn. Al caer bañaron a Marìa en un velo de polvo, y cerrando los ojos, fuerte fuerte, cuando caìa la marea, se le cortò la respiraciòn al abrirlos y descubrir que el polvo no era negro como las rocas, ni gris, ni blanquecino,ni ocre siquiera, como las paredes, la vegetaciòn y el suelo. El polvo brillaba de estrellitas verdes, De estrellitas!, Verdes.


Y asì despacito moviò un pie, lento y contorneandose hacìa arriba, moviò una mano girando sobre si misma a la vez que la alcanzaba la cadera, y siguiò en el descubriento de movientos de tal manera especiales, que los seres del tunel ocre, escondidos de los ojos de Marìa anunciaron el principio la era de las estrellas verdes.

Y fue asì como los seres del tunel ocre, comenzaron a santificar los viernes llamando las estrellas.

Y fue asì tambièn, en esta primera danza, como Marìa encontrò, disimuladas contra el muro, las Puertas.

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